| La Fraga es un 
		monte mítico para todos los que vivimos en Pardollán y en Villardesilva, 
		y no solo porque preside, majestuoso, el impresionante paisaje calizo 
		por encima de ambos pueblos. Hay algo especial y mágico en él que nos 
		llama como una fuerza muy poderosa. Horadado por numerosas  
		
		palas o 
		
		cuevas 
		naturales fue refugio de maquis, lugar de juegos infantiles y origen de 
		muchas leyendas o historias más o menos perturbadoras 
		para que los niños  comiéramos la 
		sopa.  Muchos misterios se 
		guardan en su interior, también muchas preguntas sin respuesta para 
		historiadores, antropólogos y arqueólogos. En sus inmediaciones se 
		hallan restos de una historia, sin duda, muy rica y todavía por 
		descubrir: comenzando por la antiquísima ermita, los castros celtas, los 
		restos de industria metalúrgica esparcidos por sus laderas, los 
		miradores u observatorios dispuestos en lugares estratégicos, la 
		necrópolis con restos humanos descubierta recientemente, los canales y 
		surcos de agua  que lo atraviesan por el sur, etc. Toda esta 
		riqueza antropológica y arqueológica le da a nuestro monte un halo de 
		misterio que no resulta difícil de sentir a poco que nos adentremos por 
		su territorio.  La ruta que 
		proponemos es un buen motivo para descubrir todo este encanto. Es muy 
		fácil dejarse llevar por la imaginación al volver a caminar por los 
		lugares que ocuparon antes que nosotros, nuestros antepasados. Está a 
		nuestro alcance  pensar en cómo vivirían, qué les preocuparía, qué 
		les haría reír y llorar;  si nos paramos un instante a sentir la 
		profunda calma  que nos aguarda en el entorno del nacimiento del 
		manantial de Pardollán,  en el sendero sobre el imponente barranco 
		frente a la 
		
		Pala das Choias o al observar el brutal 
		espectáculo natural que se puede ver desde el Alto del Carvallin o desde 
		el Mirador de La Cruz.   
		Descripción en 
		detalle de la ruta Distancia: 5 Km 
		aproximadamente. Dificultad: media.   Nuestra ruta 
		comienza en Pardollán por la carretera comarcal  en dirección a 
		Villardesilva. Al final de una pequeña pero empinada cuesta, a 300 m del 
		pueblo, dejamos la carretera para buscar el principio del
		Sendero 
		del Cura,
		
		(en la ladera a nuestra izquierda, 
		puede servir de orientación un poste del tendido eléctrico). Seguiremos 
		por él hasta el  arroyo. Una vez alcanzado 
		el arroyo comenzamos a subir en dirección a la ermita. 
		Salvada una corta pero intensa pendiente desde el arroyo, alcanzamos 
		el sendero  que sube a la 
		
		ermita 
		desde el pueblo, unos metros por debajo de la misma. 
		Por supuesto es obligada la parada para contemplar esta pequeña joya del 
		románico valdeorrés
		que, aunque en mal estado de conservación, puede sobrecogernos 
		aún al contemplar su belleza y lo 
		curioso del lugar para levantar un templo de estas características. Después de la 
		visita continuamos sendero arriba en dirección al
		
		molino junto al manantial. Pararse un 
		momento, beber justo donde el agua brota de la montaña y escuchar el 
		rugido de ésta en su interior será algo inolvidable. Continuamos camino 
		hacia el barranco sobre el arroyo y observamos enfrente la montaña 
		repleta de encinas y grises calizas. Antes de llegar al cauce viramos a 
		la izquierda buscando la segunda dificultad seria. Se trata de subir 
		hacia una pista forestal  por entre el monte de encinas, madroños y  
		gruesos ejemplares de caliza.  Superado este obstáculo llegamos a 
		la pista  (podemos retroceder por la misma unos 50 m y degustar el 
		agua de 
		un
		manantial mineromedicinal de origen 
		ferroso que nos lleva muy cerca de un antiguo molino, ahora 
		en ruinas, utilizado para triturar el mineral de ocre y limonita de  
		
		las minas  que encontraremos más 
		arriba, justo donde se abre un hermoso valle, 
		El Carvallal. 
		Un espacio que ahora se dedica  a pastos de ganado  y que 
		anteriormente se utilizó para cultivo de cereales. Continuamos 
		subiendo hasta que alcanzamos el 
		
		Alto del Carvallin, desde donde veremos 
		uno de los paisajes más bellos que se  pueden contemplar en todo el 
		Parque Natural de la Sierra de la Lastra, donde nos encontramos. Bajando hacia 
		Villardesilva, a nuestra derecha, vemos los impresionantes
		farallones 
		calizos del Valello y un poco más abajo, a nuestra izquierda, 
		el conjunto de pastizales que conocemos como los 
		
		Praos de la Portela. Ya estamos en 
		Villardesilva. Tomamos el desvío de la derecha antes de entrar en el 
		pueblo, continuamos por la carretera bajando para Pardollán, en 
		dirección al último de los espectáculos que se nos presentarán: el 
		Valle del Sil. 
		Merece la pena detenerse un momento a contemplarlo desde el Mirador de 
		la Cruz, un balcón hecho por el hombre, sobre  la presa de 
		Peñarrubia  y el río, frente a la imponente Peña Enciñeira y que en 
		su día debió de ser una privilegiada atalaya desde  la que se 
		vigilaba todo el valle.  Y ya bajando para 
		Pardollán tendremos un  momento de respiro para comentar lo que 
		hemos sentido y vivido, mientras admiramos algunos robustos ejemplares 
		de olivos. Contentos y satisfechos porque el esfuerzo habrá merecido la 
		pena, con la mente puesta en un buen trago de agua fresca de la fuente 
		del pueblo y en la merienda que nos espera. |